Dinamarca quiere hacer de la transición ecológica un punto fuerte de su política. Las promesas están ahí, queda por ver si las acciones seguirán.
Para terminar bien el año, los jefes de Estado de todos los países (o casi) pronuncian discursos de saludo, para desear un feliz año nuevo a sus ciudadanos, pero también para hacer balance de sus últimos 12 meses al frente de la país, y finalmente, hacer anuncios de todo tipo sobre la política que se llevará a cabo en el futuro.
Si en Francia, como en otros países, el discurso se centró principalmente en el tema de la salud, en Dinamarca las cosas fueron ligeramente diferentes. De hecho, el Primer Ministro del país anunció que era necesario actuar para luchar contra el calentamiento global. Mientras que en los países escandinavos el tema de la protección del clima está muy avanzado en Francia, con el flygskam (una palabra sueca para la vergüenza de volar) Dinamarca quiere preservar su sector de la aviación.
Aviones si, pero aviones verdes
De hecho, el país está compuesto en gran parte por islas, estas últimas deben estar bien conectadas entre sí. Varias soluciones están entonces disponibles: el barco, que es la opción más común y obvia. Pero este último presenta contrapartes poco interesantes. De hecho, los barcos pueden ser contaminantes, el viaje es mucho más largo que en avión y el impacto sobre el medio ambiente, incluso con un barco que no emita gases de efecto invernadero, no es despreciable (perturbación de la flora y la fauna acuática).
Por lo tanto, el avión es la solución preferida para viajar entre las islas y el continente danés. Pero este último contamina mucho, demasiado según el gobierno del pequeño país que decidió, a través de la voz de su primera ministra Mette Frederiksen, que los vuelos domésticos iban a tener que ser «verdes» para 2030. En su discurso explicó que los daneses tendrán que poder volar «verdes» a partir de 2025 y que para 2030 «a más tardar nosotros (los daneses) debemos poder volar completamente verdes».
Sin embargo, esta promesa no es nueva, ya que el Primer Ministro ya ha dado varios de estos “plazos” para acelerar la transición ecológica. Según ella, debemos actuar con rapidez, para que estos actos puedan tener un impacto y cumplir el contrato firmado durante los acuerdos de París.
¿Es el plan milagroso danés solo una ilusión?
A pesar del entusiasmo del Jefe de Estado, es difícil creer en tal promesa política, ante la falta de alternativas. De hecho, los aviones eléctricos están en pañales, y el movimiento de viajeros todavía es impensable por el momento. Finalmente, en cuanto a los aviones de hidrógeno, que representan la mayor oportunidad en la actualidad, no son totalmente “verdes”.
El grupo EnergiWatch, que reúne a decenas de científicos de todo el mundo para reflexionar sobre el tema climático y dar «una línea de conducta» a los políticos, fue muy duro ante las declaraciones del primer ministro danés. El grupo dijo que la posición de Dinamarca en el escenario internacional es esperar a que se materialicen las tecnologías milagrosas. Algo que, según ellos, no le ayudará a respetar sus compromisos internacionales en materia de emisiones climáticas, haciendo aquí referencia directa a los acuerdos de París, y a los recientemente firmados en Glasgow durante la última edición de la COP 26.