Ciencia

¿La Tierra pronto tendrá un anillo de basura espacial?

Un equipo de investigadores ha ideado un método para recolectar todos los escombros de la órbita de la Tierra en un «vertedero en anillo» que es más fácil de manejar que una nube de basura.

La Tierra es uno de los planetas más singulares que existen. Con su vegetación, océanos, accidentes geográficos peculiares y nubes, es un espectáculo fabuloso de ver, y todos aquellos que han tenido la oportunidad de hacerlo en persona han regresado transformados. Pero si tuviéramos que organizar un concurso de belleza entre cuerpos celestes, nuestro Planeta Azul tendría competencia. Desde los tormentosos remolinos de Júpiter hasta los cráteres de color naranja brillante de marzo, no hay escasez de candidatos.

Pero pocos de ellos pueden competir con Saturno y sus innumerables anillos, mucho más y espectaculares que los de otros gigantes gaseosos. Constituyen una especie de corona, que da fe de su condición de reina de belleza designada del sistema solar. Pero no hay nada de qué estar celoso de nuestro Planeta Azul: ¡la humanidad podría ayudarlo a producir su propia falsificación!

Ésta es la conclusión del trabajo de la Universidad de Utah descubierto por Futura; según sus modelos, la Tierra está de hecho en proceso de producir sus propios anillos. Pero estos no tendrán nada que ver con los de Saturno, porque nuestro pobre y pequeño planeta complejo simplemente no tiene las armas para hacerlo.

Un adorno reservado a los mastodontes

Si estos gigantes gaseosos tienen tales anillos, se debe en gran parte a su masa titánica. Esto es tan importante que cuando un objeto se acerca demasiado a él, se somete a dos fuerzas extremadamente importantes y divergentes. La primera de ellas es la fuerza motriz de inercia (FIE), la misma que te lanza fuera de un torniquete demasiado rápido. Cuando el objeto se acerca al planeta, su velocidad orbital aumenta cada vez más, y con ella la FIE.

Paralelamente, al acercarse al planeta, el objeto estará sujeto a una inmensa atracción gravitacional, mucho más allá de cualquier cosa que exista en las cercanías de la Tierra. La preocupación es que la gravedad y la FIE actúan en direcciones muy diferentes; el objeto, por tanto, se encuentra tirado por todas partes, como una camiseta de coleccionista en medio del Black Friday. Y el destino que les espera es bastante comparable.

Cuando se acerca demasiado a un objeto, estas dos fuerzas se vuelven tan grandes que el objeto en cuestión eventualmente se desmorona; Entonces se dice que el objeto ha pasado el límite de roca, o radio de marea. Son las pequeñas partículas resultantes de esta fragmentación las que acaban formando un anillo.

© Imágenes individuales: Theresa Scott – Wiki Commons

Un anillo de descarga hecho por humanos

Pero nuestra Tierra no es lo suficientemente masiva como para romper objetos enormes con la fuerza de la gravedad solamente. Por tanto, no podrá adornarse con magníficos anillos de hielo, rocas y polvo como los de Saturno, o al menos no en un futuro próximo. Pero el Planeta Azul tiene un as oculto bajo la manga: la humanidad, con su fea costumbre de profanar su entorno.

Porque dado que la nueva carrera espacial está en pleno apogeo, el ya significativo problema del desperdicio espacial está adquiriendo proporciones realmente preocupantes. Según la ESA, en la actualidad hay más de 170 millones de restos de todo tipo que orbitan la Tierra y viajan a decenas de miles de kilómetros por hora. Y parece que va a durar; Basta con mirar a Rusia, que recientemente pulverizó su propio satélite en una prueba militar que generó temores de lo peor para la EEI.

Si estos escombros son una auténtica plaga para la industria aeroespacial, hasta el punto de despertar temores del famoso Síndrome de Kessler. Un escenario que huele a desastre y que, por tanto, conviene evitarlo a toda costa. Existen muchos proyectos en esta dirección, pero en la actualidad, las ideas concretas no están dando empujones a la puerta. Y este es el objetivo del trabajo de estos investigadores. Sugieren que la contaminación orbital sería mucho más fácil de manejar si se organizara adecuadamente.

La proliferación de desechos en la órbita de la Tierra genera temores de un escenario similar al síndrome de Kessler. © Oficina del Programa de Desechos Orbitales de la NASA

¿Una respuesta temporal al síndrome de Kessler?

Y este no es solo un concepto abstracto. El equipo construyó un robot prototipo capaz de mover cualquier objeto en órbita utilizando un campo magnético, ¡incluidos aquellos sin propiedades magnéticas! Según ellos, con el tiempo suficiente, algunos de estos robots podrían organizar toda esta jungla orbital dentro de un anillo bien definido.

Por supuesto, esta disposición también sería sinónimo de nuevos problemas a gestionar. Pero para los ingenieros, esa sería la promesa de cierta serenidad, ya que un anillo sería más fácil de evitar que una nube de desperdicios. ¡Y para la Tierra, podría servir como una medalla de chocolate, si no pudiera producir sus propios anillos!

El texto del estudio está disponible aquí.

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