Ciencia

Los investigadores han producido una batería funcional a partir de máscaras.

Convertir los residuos en energía es un concepto muy antiguo; Investigadores estadounidenses aprovecharon para reciclar la idea en el contexto de la pandemia.

Si era difícil obtenerlo al comienzo de la pandemia, la situación ha cambiado mucho desde entonces; Las máscaras desechables están en todas partes hoy en día, tanto que comienzan a convertirse en un verdadero problema logístico. Para superar esta situación, algunos ofrecen contramedidas bastante originales. Este es el caso de un grupo de investigadores que pretende ofrecerles un reciclaje profesional bastante inesperado en el sector energético.

En un estudio publicado en el Journal of Energy Storage y descubierto por Interesting Engineering, presentaron un método que permitiría reciclarlos en baterías económicas, flexibles y, sobre todo, sorprendentemente de alta eficiencia. Para ello, comenzaron por compactarlas en enormes fardos que luego esterilizaban mediante ultrasonidos. El siguiente paso es sumergirlos en un baño, en lo que podría describirse muy brevemente como tinta a base de grafeno hasta la saturación, luego calentarlos a 140°C. Este proceso produce pequeños gránulos que actúan como electrodos en la futura batería.

Para acabar de montarlo, le añaden una capa aislante también de mascarillas. Finalmente llega el electrolito, el último elemento imprescindible en el diseño de una batería. Este último se produce a partir de envases de medicamentos reciclados. Al final, por lo tanto, una parte importante de la batería se produce a partir de desechos médicos, lo que tiene el efecto de reducir el precio y el impacto ecológico del grafeno y los óxidos de cobalto que lo componen.

Un concepto interesante con un potencial aún misterioso.

Por lo general, cuando realiza este tipo de estudios que pretenden convertir un problema en una solución con muy pocas desventajas, espera encontrar algunos resultados bastante decepcionantes. Pero una vez que no está personalizado, esta batería parece funcionar sorprendentemente bien. Según los investigadores, su prototipo habría alcanzado una densidad de energía bastante respetable de 99,7 Wh/kg.

Al agregar nanopartículas de óxido de calcio y cobalto, incluso lograron alcanzar una densidad de energía de 208 Wh/kg. A modo de comparación, según la Universidad de Washington, la densidad de las baterías Li-ion que alimentan innumerables dispositivos en nuestra vida diaria oscila entre 100 y 265 Wh/kg dependiendo de las variantes.

Además de este rendimiento energético, estas baterías tienen la ventaja de ser flexible, delgada y relativamente económica de producir. es por lo tanto un interesante prueba de concepto que va más allá del reciclaje de mascarillas, que esperamos no forme parte de nuestro día a día para siempre. Los investigadores esperan que su método funcione con otros productos reciclados. Un punto que bien podría ofrecerle algunas oportunidades en la industria.

Pero tienes que tener cuidado. El almacenamiento de energía es una de esas áreas de investigación que avanza a pasos agigantados, pero donde las innovaciones teóricas más prometedoras a menudo luchan por encontrar un lugar en el mundo real. Por lo tanto, será interesante seguir el progreso de este trabajo para saber si un operador tendrá el coraje de desarrollar toda una cadena industrial para la producción de estas baterías.

El texto del estudio está disponible aquí.

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