Romulus lleva la saga a nuevas alturas con su aterrador regreso

El estreno de Alien: Romulus, la última secuela de la serie que empezó con Alien, El Octavo Pasajero, está programado para el jueves 15 de agosto. Nuestra crítica, sin spoilers, ya está disponible para leer.

Alien: Romulus es la nueva apuesta de Hollywood para mantener viva la franquicia iniciada por Ridley Scott en 1979 con Alien, El Octavo Pasajero. El estreno en España será el 15 de agosto. En esta ocasión, la producción corre a cargo de Disney, a través de su filial 20th Century Studios, y el mismo Ridley Scott (Gladiator II). La película se sitúa cronológicamente entre la primera entrega y Aliens: El Regreso, ya que tiene lugar 20 años después de Alien, El Octavo Pasajero.

Fede Álvarez, conocido por No Respires y por el remake de Posesión Infernal, dirige la cinta. El guión es co-escrito con su recurrente colaborador Rodo Sayagues, con quien trabajó en los filmes previamente mencionados. En No Respires 2, los roles fueron invertidos, siendo Rodo Sayagues el director y Fede Álvarez el guionista y productor.

En esta entrega, los cineastas uruguayos intentan revivir una saga que parecía agotada después de sucesivas secuelas decepcionantes, proyectos cancelados y desafortunados crossovers. Para lograrlo, cuentan con un elenco principal conformado por Cailee Spaeny (Civil War), Isabela Merced (Madame Web), David Jonsson (La Larga Marcha), Archie Renaux (Morbius), Spike Fearn (Back to Black) y Aileen Wu (Closing Doors).

Sinopsis: La historia sigue a un grupo de jóvenes trabajadores de una colonia minera espacial, los cuales anhelan abandonar el planeta. Para hacerlo posible, deciden saquear una nave abandonada en el espacio en busca de los recursos necesarios para un largo viaje. Sin embargo, pronto descubrirán que la nave no está desocupada, sino que su tripulación ha sido asesinada por la criatura más terrorífica del espacio.

Alien: Romulus regresa al universo de Alien luego de que las últimas dos películas protagonizadas por Sigourney Weaver se desviaran del enfoque original de la saga. Excluyendo los crossovers no canon con Predator, y las precuelas, Prometheus y Alien: Covenant, que no cumplieron con las expectativas. Por tanto, Fede Álvarez afrontó un reto considerable, aún con el apoyo de Ridley Scott, quien tampoco logró reconducir la saga al dirigir las precuelas.

A pesar de la baja expectativa y el escepticismo sobre lo que aún se podría contar acerca del xenomorfo sin ser redundante, el cineasta uruguayo asume el desafío de 20th Century Studios. La película logra recrear exitosamente la atmósfera claustrofóbica de la primera entrega de Alien y la acción desmedida de Aliens: El Regreso. Como resultado, se posiciona indiscutiblemente como la tercera mejor entrega de la saga, solo superada por las dos primeras películas.

De este modo, cuentan con un reparto joven y limitado, pero sumamente comprometido, que a pesar de carecer de química entre sus miembros, destacan en sus interpretaciones, en particular Cailee Spaeny y David Jonsson.

La película, tras una introducción posiblemente un tanto extensa, despliega una acción en un ambiente oscuro y claustrofóbico, que es característico de la saga. Bajo la dirección de fotografía de Galo Olivares, Fede Álvarez consigue imprimir su estilo cinematográfico, regalándonos momentos como cuando recorren un pasillo en silencio rodeados de abrazacaras, evocando la estupenda No Respires.

Posteriormente, la película presenta algunos sustos, escenas inquietantes, sorpresas y homenajes a la franquicia que serán apreciados por los fans más fervientes. No obstante, luego de un par de escenas de acción que incluso James Cameron aplaudiría, la trama pierde control en la última parte, culminando en un giro final que personalmente arruina la película completamente.

Es una verdadera lástima, porque si bien la película debía aportar algo original, el giro final termina por echar a perder el conjunto, al convertirse de ser una obra independiente exitosa en recrear la magia de las dos primeras entregas y condensarlas en una cinta angustiosa y vibrante, en una desenlace ya antes explorado y no precisamente de forma correcta.