El relato detrás de la metamorfosis que llevó a James Cameron, Arnold Schwarzenegger y a Terminator a la cima de la industria cinematográfica.
Arnold Schwarzenegger es casi un sinónimo de Terminator, pero lo desconocido para muchos es que en los primeros esbozos de la cinta, el icónico androide asesino iba a ser totalmente distinto a lo que hoy conocemos. A más de cuatro décadas del lanzamiento de The Terminator (1984), una obra dirigida por James Cameron, es prácticamente inimaginable el éxito de la película sin la formidable presencia del actor austriaco. Sin embargo, el relato detrás de esta victoria no fue siempre tan nítido.
Al empezar a darle forma a su primer gran proyecto, The Terminator, James Cameron tenía en mente algo totalmente opuesto al temible y frío monstruo que hoy conocemos. En lugar de un gigantesco e intimidante cyborg, la concepción inicial de Cameron era un asesino mucho más disimulado, capaz de pasar desapercibido en una muchedumbre. De acuerdo a lo que relató en una reciente entrevista, el director quería que la apariencia del villano fuera más “cotidiana”, más humana, para infiltrarse fácilmente entre sus víctimas.
Esta es su explicación:
«Pienso que muchos cineastas, especialmente los debutantes, se atan demasiado a una visión debido a la inseguridad. Estoy orgulloso del hecho de que no estábamos tan enganchados como para no ver cómo podría funcionar con Arnold, porque él no era nuestra visión inicial. A veces, cuando se mira hacia atrás con cuatro décadas de perspectiva, nos damos cuenta de que podríamos haber realizado un buen filme con un pequeño presupuesto, pero no habría sido nada si no hubiésemos tomado esa decisión que atrapó la imaginación del público». Según el director a Empire.
Esta versión más «refinada» del Terminator habría sido un giro intrigante, pero Cameron se percató que la historia podía tomar una nueva dirección si realizaba un cambio clave. Y ese modificaciones, que parecía nimia al principio, fue lo que definió el rumbo del proyecto. Aquí es donde intervenimos para hablar de Schwarzenegger.
El fichaje de Schwarzenegger fue un golpe de suerte para Cameron. Conocido mayormente por su musculatura y su papel en Conan el Bárbaro, Arnold no parecía el candidato más probable para encarnar a un robot que debería camuflarse con la multitud. Pero este aspecto que pudo haber sido un inconveniente, se transformó en el gran triunfo de la película. El inmenso físico de Schwarzenegger y su semblante frío se adaptaron perfectamente a la nueva idea de Cameron, quien decidió que un cyborg debía parecer más un indestructible aparato que un hombre ordinario.
De hecho, Arnold Schwarzenegger no solo se transformó en el portador de la imagen del Terminator, sino en el rostro de una de las sagas más representativas del cine de ciencia ficción. Gracias a esta elección, el filme no solo fue un éxito en taquilla, sino que estableció a Schwarzenegger como una luminaria internacional y cimentó la carrera de James Cameron como uno de los directores más visionarios de Hollywood.
¿Qué habría ocurrido si Cameron se hubiera aferrado a su idea original?
Es complicado de imaginar, pero todo apunta a que la película no habría obtenido el mismo grado de éxito. La fórmula funcionó tan bien que en Terminator 2: Judgment Day, Cameron volvió a reinventar el rol de Schwarzenegger, esta vez como el héroe. Este salto en la trama permitió que la secuela superara a la original en popularidad y acogida, impulsando la saga a inimaginables alturas.
Incluso en la actualidad, James Cameron reconoce que ciertas decisiones que tomó para el primer filme lo hicieron sentir inseguro. El reducido presupuesto y el hecho de que fuera su primera gran película le generaban preocupaciones, pero al mismo tiempo, esa humildad inicial fue lo que le permitió cambiar de dirección y aceptar nuevas ideas. “La confianza es fundamental”, asegura Cameron, quien desde entonces ha demostrado que no teme a los grandes desafíos. Y esos desafíos han tenido sus recompensas: después de todo, estamos hablando del director de algunos de las películas más taquilleros de la historia, como Titanic y Avatar.
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