Ciencia

Aquí está la máquina voladora más pequeña jamás creada por el hombre.

Los investigadores han desarrollado un diminuto chip volador biodegradable que podría cambiar la forma en que los investigadores recopilan datos en el campo.

A los seres humanos les encanta pensar en grande. Pero a pesar de nuestra inclinación natural por el gigantismo, una parte importante de nuestro futuro se desarrolla sin duda al otro lado del espectro. Un hallazgo que se verifica una vez más gracias al equipo de John A. Rogers, de la Northwestern University, que acaba de desvelar en un comunicado de prensa lo que denomina “el dispositivo volador más pequeño de todos los tiempos”.

Estos dispositivos de menos de un milímetro están directamente inspirados en las semillas de determinadas plantas, que son capaces de aprovechar el viento para recorrer grandes distancias. Para diseñarlo, los investigadores comenzaron analizando muchos tipos de semillas. El objetivo: encontrar la estructura más óptima. Finalmente optaron por una estructura de goma con tres alas concéntricas.

Pero a pesar de su forma, no es no un pequeño helicóptero. No es capaz de impulsarse a sí mismo para llegar a un punto específico. En cambio, simplemente cae lentamente, de manera controlada. Si se libera una gran cantidad en altura, estos pequeños dispositivos se dispersarán mecánicamente, con el viento, para cubrir una gran superficie en el suelo, como las semillas de las que se inspiran. Una concepción bastante minimalista de «robo», que encaja ciertamente en la definición más básica pero que no tiene nada que ver con un pájaro o un avión.

Un pequeño paracaidista científico

Un concepto que puede parecer curioso. Pero en la práctica, podría resultar bastante revolucionario. Porque a pesar de su peso ligero, estas pequeñas máquinas están repletas de componentes electrónicos. Los investigadores han logrado instalar varios sensores, a comida casi autónomo, un soporte de almacenamiento de datosy un pequeño antena capaz de transmitirlos a cualquier otro dispositivo.

Durante todo el vuelo e incluso una vez en tierra, cada uno de ellos captura una cantidad modesta de datos; estos se pueden recopilar en una enorme base de datos para analizar un fenómeno en un área grande. Por tanto, constituyen un escuadrón de micro-paracaidistas científicos reales cuando se despliega en masa.

Por tanto, podrían utilizarse en muchos estudios de campo a gran escala. Tradicionalmente, este trabajo se considera muy laborioso. Porque para obtener un conjunto de datos amplio y coherente, es necesario instalar y administrar muchos sensores. Y con cada sensor fallado, es la integridad de los datos finales lo que se ve afectado. Por lo tanto, el correcto funcionamiento de la instalación debe ser monitoreado asiduamente.

© Kim y. Alabama.

Y aquí es donde estos pequeños dispositivos voladores podrían cambiar las reglas del juego. Solo tiene que esperar las condiciones climáticas adecuadas y luego liberar una gran cantidad a la vez. Luego se distribuyen sobre un área grande y de una manera relativamente equilibrada. Esto permite a los investigadores obtener una gran cantidad de datos, con una excelente resolución espacial. Además, cada falla individual es, en teoría, mucho menos dañina gracias a su número.

Muy prometedor e incluso biodegradable.

Este concepto podría tener muchas aplicaciones diferentes. Por ejemplo, los investigadores ya han logrado medir con precisión la calidad del aire en un área grande utilizando esta técnica. Esta técnica podría trasladarse a estudios en hidrología, en agronomía, en climatología, en Urbanismo….

Obviamente, no puede evitar fruncir el ceño en la primera lectura. Difundir miles de microchips voladores en la naturaleza, ¿no es eso un aberración, en total contradicción con el contexto ecológico ? Afortunadamente, esta fue la primera pregunta que el equipo de investigación quiso resolver; no se trata de diseñar un dispositivo de este tipo sin garantía de poder deshacerse de él después. Y la solución ya estaba disponible para ellos.

© Kim y. Alabama.

En julio pasado, les hablamos de un marcapasos biosoluble potencialmente revolucionario; y resulta que el director del laboratorio en cuestión no es otro que … John A. Rogers, autor principal de este estudio. Entonces reciclaron este concepto. Sus pequeñas máquinas voladoras se componen de materiales biodegradables, incluida la parte electrónica! Según sus autores, por tanto, son perfectamente inocuos para el medio ambiente.

Es un enfoque que todavía plantea muchos problemas logísticos obvios. Difícilmente puede imaginarse arrojar una carga completa en un área urbana, por ejemplo. Pero estas pequeñas máquinas también son un fascinante prueba de concepto. Algún día podrían ayudarnos con problemas importantes, donde ahora estamos atrapados por falta de datos. Por tanto, será muy interesante seguir el impacto potencial de esta publicación.

El texto del estudio está disponible aquí.

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