El terrible incendio de 2019 sin duda le costó a Notre-Dame su aguja y su techo, pero también permitió descubrir verdaderos tesoros científicos que podrían haber permanecido ocultos durante muchos años.
En abril de 2019, el tiempo se detuvo durante unas horas mientras Francia y el mundo entero se quedaban atónitos ante las terribles imágenes de Notre-Dame devorada por un torrente de llamas. Pero este suceso un tanto traumático para los amantes del patrimonio no habrá tenido solo consecuencias negativas; En una publicación retransmitida por AFP, un grupo de arqueólogos acaba de revelar detalles del sorprendente descubrimiento de varios entierros multicentenarios escondidos debajo del edificio.
Estos elementos, todos de una “calidad científica notable”, probablemente no se habría descubierto en mucho tiempo si no hubiera sido por la tragedia que golpeó a esta joya de la cultura francesa. De hecho, fueron desenterradas como parte de los trabajos preliminares que preparaban la reconstrucción de la aguja, que se derrumbó durante una secuencia tan triste como memorable.
Un sarcófago “excepcional” que data del siglo XIV
Estos recintos funerarios se ubicaron bajo la intersección de la nave y el crucero más o menos por casualidad. De hecho, aquí es donde descansará el enorme andamiaje a partir del cual los artesanos reconstruirán la aguja. Como siempre en el caso de tales sitios históricos, era necesario asegurarse de que no hubiera nada debajo que pudiera dañarse.
Por ello, el Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas (Inrap) inició las excavaciones preventivas a principios de febrero. Pues les tomó ya que se llevaron la lotería con estos entierros de inestimable valor científico.
Entre las tumbas reveladas por Inrap, un elemento descrito como “excepcional” particularmente impresionó al personal. Se trata de un soberbio sarcófago de plomo, aparentemente deformado por la estructura que lo agobiaba con todo su peso durante siglos.
De hecho, según AFP, los investigadores estimaron que este ataúd pertenece a un alto dignatario, probablemente un miembro del clero, enterrado alrededor del año 1300. Incluso pudieron echar un vistazo al interior con una cámara diminuta.
“Podemos ver trozos de tela, pelo y sobre todo un cojín de hojas sobre la cabeza, fenómeno muy conocido cuando se enterraba a los líderes religiosos.”, explica Christophe Besnier, jefe del equipo de arqueólogos entrevistado por AFP. Hojas que entusiasman particularmente a las tropas del Inrap, porque atestiguan lagran trabajo de conservación del cuerpo.
Una carrera contra el tiempo
Los descubrimientos de este tipo pueden dar lugar a excavaciones adicionales que pueden extenderse durante un largo período de tiempo. Pero en este caso específico, los arqueólogos tendrán que trabajar bastante rápido, porque su tiempo es limitado. De hecho, el contexto es muy específico; la restauración de Notre-Dame es un proyecto muy delicado, pero también de gran envergadura.
Para llevarlo a cabo, fue necesario configurar una cadena de suministro compleja definida en un cronograma muy preciso. Para lograr reabrir la catedral en 2024, tal y como está previsto en dicho calendario, los artesanos tendrán que volver al trabajo lo antes posible. Por lo tanto, se ha pedido a los arqueólogos que completen sus excavaciones antes de la fecha límite para reanudar el trabajo, el 25 de marzo.
Al no poder curar las heridas abiertas hace casi tres años, este sensacional descubrimiento al menos pondrá un poco de bálsamo en los corazones de los amantes de la historia y el patrimonio.