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La violencia digital contra las mujeres y el mito del 'sexting seguro' | Artículo

Esta violencia se lleva a cabo de la mano de la impunidad, ya que los perpetradores rara vez rinden cuentas, en parte debido a la falta de sistemas judiciales para enjuiciar a los delincuentes, dice la investigadora Aimeé Vega, especialista en derechos humanos de las mujeres, comunicación mediática y tecnologías de la información.

Por Aimée Vega Montiel

La violencia digital contra la mujer es la perpetración de diferentes tipos de violencia contra la mujer, a través de medios digitales como redes sociales, mensajería móvil, correo electrónico, etc. El violencia online es un continuo de violencia en la vida diaria.

En 2015, la Comisión de Banda Ancha publicó el primer informe sobre el ciberacoso contra mujeres y niñas, que ya identificaba la piratería, la suplantación de identidad, la vigilancia, el acoso, el reclutamiento y la distribución maliciosa como formas de ciberacoso. En México, las organizaciones Luchadoras y APC identificaron 13 formas de violencia digital. Más recientemente, en 2018, el Parlamento Europeo desarrolló una tipología más detallada que se basa en las definiciones desarrolladas por diferentes organizaciones y organismos, y que incluye:

* El pornografía en venta

* El voyeurismo digital

* El doxing, que se refiere a la búsqueda, manipulación y publicación de la información privada de una víctima

* El imitación de identidad

* El piratería

* El cortar a tajos

* El acecho, que es el acto de espiar y recopilar información sobre la víctima en línea y comunicarse con ella en contra de su voluntad

* El intimidación cibernético

* El amenazas de violencia, incluidas amenazas de violación, feminicidio, violencia física, etc., dirigidas a la víctima y / o su familia y sus familiares cercanos

* Recepción de materiales no solicitada sexualmente explícito

* Intimidación, que se refiere al acto de acosar a una víctima mediante una muestra hostil de ataques

* Discurso de odio sexista, que incluye publicar contenido violento y comentarios sexistas y abusivos, abusar de las mujeres por expresar sus puntos de vista y / o informar que han sido víctimas de violencia.

Algunas de estas formas de violencia digital contra las mujeres tienen un impacto directo en las suyas. seguridad física, psicológica y sexual, Por ejemplo:

* El trata de mujeres y niñas mediante el reclutamiento a través de redes y otros medios digitales, compartiendo también contenido gráfico robado para promover la prostitución.

* Extorsión sexualizada, también llamada «giro» y robo de identidad que resulte en abuso físico.

* Ataques en la vida real, que se define como violencia digital que repercute en la vida real.

Según esta clasificación, la violencia en línea y la violencia fuera de línea se retroalimentan. El abuso puede limitarse a tecnologías de red o puede complementarse con acoso fuera de línea. El (gran) elemento diferencial que suma tecnología, es la naturaleza viral de la distribución.

Esta violencia se lleva a cabo de la mano de la impunidad. Los infractores rara vez rinden cuentas, en parte debido a la insuficiencia de los sistemas judiciales para enjuiciar a los infractores. En este sentido, barreras sociales, limitaciones de recursos legales y otros factores dificultan acceso a la justicia para muchas mujeres.

¿Ahí está el? sexting ¿Seguro?

En los últimos años se ha promovido entre adolescentes y mujeres jóvenes, e incluso niñas, que pueden practicar sexting Seguro. Esta noción también está muy extendida entre las organizaciones de derechos humanos y las instituciones públicas. Lo que estos sectores no consideran es que, en el patriarcado, las mujeres no pueden estar seguras.

Millones de mujeres y niñas han caído en esta trampa, aludiendo al consentimiento y libre elección sexual, para invitarlos a compartir sus imágenes íntimas sin poner en riesgo sus imágenes íntimas, a través de chats, redes sociales, páginas de Internet y más.

Este discurso proviene de grupos que se benefician de la explotación sexual de las mujeres. En este sentido, como advierte la filósofa Ana de Miguel, no podemos omitir que existen mecanismos estructurales que condicionan nuestras prácticas y elecciones, por lo que nunca son libres ni seguras. El decisiones que toman las mujeresSon parte de un sistema de poder que reproduce la desigualdad y que en nombre del consenso dice que las mujeres eligen libremente ser como somos.

¿De dónde viene el mito del «libre albedrío»? Ana de Miguel nos cuenta que el industria del sexo patriarcal, que convirtió la libertad sexual en un mercado. Hoy la industria del sexo se presenta a las mujeres como transgresora y rentable. Se nos presenta como el logro de una libertad de la que disfrutan las mujeres. Está el ejemplo de plataformas como Solo fans, que ha encontrado en adolescentes y mujeres jóvenes un producto millonario para el mercado masculino.

Hoy, como advirtió Amelia Valcárcel, todo está catalogado como feminista. Además, dice Ana de Miguel, los que ganan dinero en nombre de «Todo está bien», a través del argumento de que todo tiene un precio y que todo se puede vender con el consentimiento de los interesados.

Pero negar la desigualdad significa negar que vivimos en una sociedad sexista. Para no negarlo y notar sus trampas, necesitamos estudiar Feminismo. No basta con llamarnos feministas si no estudiamos su historia y sus principios. Ser feminista no es un sentimiento. Ser feminista es un Compromiso con los recursos que ha construido el feminismo. para que las mujeres puedan alcanzar la libertad.

Aimée Vega Montiel, yoInvestigadora del CEIICH UNAM y presidenta de la Alianza Global por los Medios y el Género (GAMAG)

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