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The Portrait Studio: una vida aprendida a través de imágenes

El estudio de retratos (Shashinkan) es un cortometraje de animación dirigido por Takashi Nakamura y estrenado en 2013. La historia sigue la vida de un fotógrafo de retratos y su relación con tres generaciones de una familia que vive en Tokio a lo largo de los siglos XIX y XX. Con cada foto tomada, el entorno, la ropa y los personajes cambian para reflejar la época en la que viven. El corto se centra en gran medida en los intercambios entre el dueño y una niña, que lucha por sonreír para su fotografía. Con cada año que pasa, el artista hace todo lo que está a su alcance para hacerla feliz, pero falla una y otra vez.

Sin narración ni diálogo, El estudio de retratos en cambio, se basa en su estilo de animación expresivo y su partitura fantástica, compuesta por Jun Ichikawa (Pokémon: Diamante y Perla), para transmitir las emociones de los personajes a lo largo del viaje que realizan. A pesar de su duración de 16 minutos, el corto hace un excelente trabajo al construir su mundo, personajes y la conexión del espectador con ellos. Al final de la película, los espectadores probablemente tendrán lágrimas en los ojos y se irán con un mensaje importante sobre cómo vivir una vida plena.

La trama del estudio de retratos

El estudio de retratos abre con una pareja de recién casados ​​subiendo los escalones del taller del artista que descansa sobre una colina que domina la ciudad. La esposa del militar se sienta para que le tomen la fotografía, sin embargo, es tan tímida que le cuesta mirar a la cámara y sonreír. A pesar de los mejores esfuerzos de la propietaria, ella sigue hosca y no está dispuesta a participar. En un momento de realización, el retratista se levanta para recoger un ramo de flores para que la mujer lo sostenga. Finalmente, levanta la vista y le sonríe para que pueda tomar la foto.

Años más tarde, la misma pareja vuelve a la tienda del fotógrafo, pero esta vez con su hijo recién nacido. Mientras que la madre rápidamente levanta la vista y sonríe, su pequeña niña está mucho menos ansiosa por cooperar. Este comportamiento persiste a lo largo de su infancia, y parece que es poco lo que el dueño puede hacer para hacerla sonreír. Ya sea haciendo muecas, haciendo girar ferozmente a los títeres, haciendo sonar silbatos o bailando, ella sigue frunciendo el ceño. Eventualmente, el fotógrafo puede hacer poco más que tomar su foto y permitir que la familia se vaya con un recuerdo de su hija gruñona.

Pasa el tiempo y la joven se ha convertido en mujer. Independientemente de su nueva madurez, todavía no puede sonreír a la cámara y continúa caminando por la vida con un aire de tristeza. El fotógrafo ahora de mediana edad es testigo de varias catástrofes, desde un terremoto que destruye gran parte del área circundante, hasta los bombardeos de guerra que causan estragos en su comunidad local. El caos resultante lleva a la muerte tanto al padre de la mujer como al hijo adolescente, dejándola en un estado de miseria aún mayor.

Durante la era moderna, la mujer se ha quedado sin padre, viuda y sin heredero. La única persona que permanece constante en su vida es el fotógrafo, a quien cuida en su vejez. Ella permanece tan solemne en sus últimos días como lo fue en su juventud; sin embargo, después de encontrar una serie de fotografías que se han tomado a lo largo de los años, finalmente puede reflexionar sobre todas las cosas positivas que han sucedido en su vida. Después de que el dueño del estudio de retratos le pide que se sienten juntos para una fotografía, ella finalmente puede sonreír.

Los temas de The Portrait Studio y un mensaje crucial sobre la vida

El estudio de retratos examina ideas en torno al tiempo, la memoria, los lazos humanos y la felicidad. Si bien son momentos singulares, las imágenes que toma el fotógrafo actúan como recordatorios importantes de los eventos que han tenido lugar en la vida de la familia. Ya sea matrimonio, nacimiento, logros personales o incluso muerte, el artista sigue siendo una figura estable. Las fotografías que toma pueden capturar fragmentos de tiempo impermanentes y permiten que el espectador recuerde a las personas, los lugares e incluso las épocas que alguna vez habitaron.

Si bien la fotografía de retratos normalmente tiene la intención de promover los momentos felices en la vida de una persona, el artista se encuentra tomando fotografías de una niña que es incapaz de sonreír. Esta yuxtaposición refleja las difíciles circunstancias de Japón durante este período. Desde el Gran Terremoto de Kantō de 1923 hasta la devastación de Tokio en la década de 1940 debido a los bombardeos estadounidenses, la tristeza de la mujer, que se muestra incluso poco después de su nacimiento, presagia la vida desafiante que tendrá que llevar.

La cámara actúa como un símbolo del cambio constante que tuvo lugar en todo el mundo desde los períodos Meiji a Shōwa. El fotógrafo no solo retrata a las personas a lo largo de las diferentes etapas de su vida, sino también cómo se modifican junto a ellas su vestimenta, sus costumbres y su entorno. De una ciudad relativamente pequeña construida con madera, Tokio se transforma en un imponente paisaje urbano hecho de metal y hormigón. Los paisajes serenos y llenos de naturaleza que alguna vez rodearon a la gente de esta área ahora se han cambiado a accesorios comerciales, trenes y aceras bulliciosas. A medida que los personajes entran en sus años crepusculares, Japón ha comenzado a florecer.

El corto termina con un mensaje importante sobre cómo las personas deben vivir sus vidas. La mujer parece haber vivido una vida de sufrimiento en la que luchó por encontrar la felicidad. Al perder a su padre, esposo e hijo, se ha vuelto amargada e incapaz de darse cuenta de los regalos que se le han dado. Incluso en la infancia, parece haberse centrado en los elementos negativos que la rodean y se pierde en su percepción rígida. Sin embargo, en su vejez, comienza a comprender que ha sido amada y comienza a estar agradecida por la vida que ha llevado. El estudio de retratos envía una advertencia de que nosotros, como espectadores, deberíamos estar agradecidos por las cosas maravillosas que nos rodean y no dejar que ni las circunstancias más terribles envenenen los regalos que se nos han dado.

La hermosa animación de Nakamura, combinada con la partitura de piano clásica de Ichikawa, ofrece un reloj extremadamente placentero para cualquiera que esté buscando una historia conmovedora. Muy parecido La Maison en Petits Cubes, El estudio de retratos logra condensar una serie de poderosas emociones humanas en unos pocos personajes bien construidos a pesar de su falta de diálogo. La eliminación del lenguaje permite que la obra se convierta verdaderamente en una experiencia universal, independientemente del escenario de la película.

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