Ciencia

China está trabajando en una «niñera de IA» para embriones humanos

Investigadores chinos están trabajando en un sistema basado en IA que puede gestionar el crecimiento de un embrión humano en un útero artificial. ¿Alguien dijo «Matrix»?

Una cápsula que actúa como un útero artificial para hacer crecer a los bebés bajo la atenta mirada de un guardián basado en inteligencia artificial. Nadie te acercará a exclamar “Matrix” al leer esta frase; pero sin embargo es un proyecto muy concreto que actualmente está siendo explorado por investigadores chinos. Según el South China Morning Post, el objetivo de este concepto que huele a ficción distópica: permitir que el país controle su tasa de natalidad.

Los niños y China es una historia complicada. En 1979, al final del período de Mao Zedong, el gobierno introdujo la Política del Hijo Único, una política pública de control de la natalidad que transformó por completo la faz del país. Rápidamente, la tasa de natalidad se derrumbó; a pesar de que esta ley fue abolida en 2015, sus efectos demográficos todavía se sienten hoy.

De hecho, parece que muchos chinos simplemente han renunciado a la idea de tener hijos; el país está experimentando actualmente su tasa de natalidad más baja en décadas, según el South China Morning Post. Por lo tanto, están explorando vías alternativas para garantizar su sostenibilidad, y este es el tema del trabajo de los investigadores de la Universidad de Suzhou que produjeron esta famosa cápsula.

Un bebé en una caja

El «Dispositivo de cultivo de embriones a largo plazo” juega así el papel de “útero artificial” en el que un embrión tiene todo lo que necesita para estimular su crecimiento. Pero esta cápsula llena de fluidos nutritivos no es suficiente por sí sola. También es necesario poder manejar la dinámica sutil de los parámetros fisiológicos que juegan un papel central en el embarazo. Por lo general, este trabajo constante lo realiza el organismo de la madre sin que ella se dé cuenta. Aquí hay un «niñera basado en inteligencia artificial quien se encargaría de eso.

En pie de guerra las 24 horas, rastrea constantemente el más mínimo cambio en las condiciones de la cápsula. Luego ajusta con mucha precisión todas las variables relacionadas con el crecimiento del feto, como la disponibilidad de nutrientes en el líquido o el nivel de dióxido de carbono. Pero, sobre todo, realiza constantemente numerosos exámenes sobre la base de un sistema de imágenes muy avanzado, con la esperanza de identificar fenómenos hasta ahora ignorados por los observadores humanos.

Un campo de investigación altamente regulado

En la actualidad, este sistema se prueba en un gran número de embriones de varios y variados animales. Pero esto es solo un dispositivo de prueba; el propósito reivindicado sigue siendo, en efecto, la cultura de los pequeños seres humanos. Pero en la actualidad, las leyes internacionales y chinas aún no permiten que los investigadores ataquen a nuestra especie.

De hecho, toda investigación sobre embriones humanos debe interrumpirse sistemáticamente más allá de un cierto límite de tiempo. El objetivo: evitar los insoportables dilemas éticos que surgirían en el caso de que una de estas obras resultara en un ser dotado de conciencia. Si bien es conocida por su filosofía muy, muy alejada de las costumbres europeas en términos de bioética, China continúa por el momento cumpliendo con esta regla; en el país de Xi Jinping, un embrión humano debe destruirse sistemáticamente después de dos semanas de crecimiento.

Beneficios obvios…

La comunidad científica se divide en dos campos sobre esta cuestión. Algunos creen que el enfoque actual, que favorece el principio de precaución, es el único que se puede contemplar. Pero otro grupo ve estas limitaciones como una carga anacrónica que quedó de una época en que los humanos solo arañaban la superficie. Estos últimos, por lo tanto, consideran que se está volviendo importante autorizar la investigación en las etapas más avanzadas de desarrollo.

Sun y sus colegas explican que si pudieran aplicarla a los humanos, esta tecnología permitiría avanzar considerablemente en la investigación fundamental. “Esto nos permitiría mejorar nuestro conocimiento sobre el origen de la vida y el desarrollo embrionario humano”, explican. Pero eso no es todo: los autores sugieren que este sistema también podría hacer maravillas en la medicina clínica. “Esto nos proporcionaría una base teórica para curar los defectos de nacimiento y otros problemas importantes de salud reproductiva.«, agregan.

Sobre el papel, esta tecnología resolvería el problema de la demografía china y permitiría a los bebés desarrollarse en mejores condiciones. También constituiría una formidable plataforma de investigación para trabajar en tratamientos para anomalías del desarrollo. También se puede imaginar que permitiría avanzar en disciplinas como el cultivo de órganos para pacientes en espera de trasplantes.

…y trampas potencialmente dramáticas

Pero a pesar de estos beneficios potenciales, también es un enfoque que requiere un cuidado tremendo. Y aunque los investigadores comenzaron explicando por qué este enfoque tiene ventajas, también propusieron una larga lista de advertencias que será esencial considerar si esta tecnología alguna vez se explota.

Comienza con la desventaja más flagrante, y ciertamente la más deletérea: la ruptura del vínculo entre el niño por nacer y su entorno directo, a saber, su madre. Es una relación literalmente fusional, en la medida en que las fisiologías del niño y de la madre están íntimamente ligadas; a nivel biológico, el embarazo es también una forma de comenzar a integrar al niño en su futuro entorno de vida.

Pero lo que está en juego va mucho más allá del marco de la fisiología involucrada, porque si sabemos muy bien cómo medir una presión parcial de glucosa u oxígeno, el aspecto neurológico y psicológico es mucho más difícil de estudiar. Sin embargo, muchos estudios ya han señalado que la relación madre-hijo se construye durante el embarazo y que esta dinámica tiene un impacto considerable en el desarrollo psicológico del niño después del nacimiento.

Y no se trata sólo de una ética individual, sino de una problema que debe abordarse a escala social. Porque como siempre cuando hablamos de tecnologías que nos permiten intervenir en el desarrollo humano, vemos emerger decenas de consideraciones sumamente complejas que atañen directamente al futuro de nuestra civilización. Muchos observadores coinciden, por ejemplo, en que estas tecnologías representan una puerta abierta a la eugenesia, la práctica que pretende seleccionar individuos de una población en base a criterios genéticos.

Será por tanto muy interesante seguir el progreso de este trabajo, que es tan fascinante a nivel científico como preocupante en términos éticos y humanos. Porque al igual que las interfaces cerebro-máquina, el cultivo embrionario es una de esas tecnologías que podría cambiar la faz de nuestra especie en las próximas décadas.

El texto del estudio está disponible aquí.

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